miércoles, 26 de junio de 2013

Los signos de orientación


"Por tanto, estad en guardia, porque no sabéis el día ni la hora" (Mt, 25, 13)

Cuando se emprende un camino rara vez se hace a ciegas. Buscamos signos, puntos que nos orienten en nuestro andar, nos indiquen el camino correcto, y nos eviten las sendas por las que nos perdemos. Esos signos no nos determinan nuestro camino, al fin y al cabo, pero sí orientan nuestros pasos, nos señalan qué vereda nos conducirá a nuestro destino. Porque primero hemos de elegir destino, si no ¿cómo sabemos qué señales, que signos son los adecuados para nosotros? Sin un rumbo fijo, sin un destino en mente, solo vagabundearemos, perdiéndonos por las cientos de sendas y veredas que se nos ofrecen.

Sólo cuándo sabemos a dónde queremos ir, o dónde se nos quiere mandar, podremos emprender el camino para llegar hasta allí. Y es en ése momento posterior donde empezaremos a encontrar señales, signos, pequeños hitos que nos confirmarán o nos advertirán del camino que estamos realizando. Igual que esas pequeñas vieiras amarillas que nos indican el camino a Santiago, así nosotros hallaremos las indicaciones para nuestro camino. No esperes grandes señales, grandes artificios, como una estrella rutilante en el firmamento que como a aquellos magos, te guíe hasta el encuentro con el Salvador. Las más de las veces son palabras, gestos, coincidencias, sensaciones sutiles y casi escondidas, a las que solo haremos caso y reconoceremos como signos después del discernimiento en la oración.

De ahí la importancia de, primero, estar en vela, como las diez vírgenes, atentos, en guardia a la llegada de nuestro Señor, y segundo del examen diario. Poner a la luz de Cristo todo nuestro día, nos va a permitir hallarle en todas las cosas, y a todas las cosas en Él. Darnos cuenta como Dios se ha hecho presente en nuestro día a día y nos ha dejado signos de su presencia y de su voluntad para con nosotros.

Y una vez conocidos los signos, dejarnos guiar por ellos, hacer camino en la confianza de que llegaremos al encuentro con el Salvador, siguiendo sus propias indicaciones.

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