lunes, 1 de julio de 2013

Anakefalaiosis. Primera parte.

"Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra." (Ef. 1, 10)

La pasada semana, el viernes, celebrábamos en el rito romano la memoria de San Ireneo de Lyon, obispo y mártir de la Fe, en el siglo II. Dentro de su amplia y trascendental doctrina, siempre he hallado especial consolación en el concepto de “anakefalaiosis”, término griego que viene a significar, resumen, recapitulación, dentro de mi limitadísimo conocimiento de la lengua.

Cristo recapitula en sí mismo, por su Encarnación toda la historia de la Salvación del hombre. El Antiguo y el Nuevo Testamento. Muchas veces oímos hablar del Dios del Antiguo Testamento y del Dios del Nuevo Testamento, como si fueran dos Dioses completamente distintos, entendiendo la Encarnación como ruptura, no como unión. Grave error. Dios es el mismo, el Dios de Abrán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés, el Dios de San Juan Bautista y el Dios de nuestros días. El que es y el que era. Pero en la Encarnación de su Hijo se produce esa exaltación de la unidad en la historia de la Salvación, una suerte de reparación de los males cometidos hasta el momento que habían separado a Dios y los hombres. En palabras de San Ireneo, el cuál recoge la idea que San Pablo transmite en su carta a los Romanos, se produce la oposición entre Adán y Cristo, entre la obra del primero, que extendió el pecado por el mundo y rompió la existencia armónica del Paraíso, y la obra redentora de Cristo, por la cuál, el Redentor recapitula en sí toda la sangre derramada por todos los justos y por todos los profetas que existieron desde el inicio, restaurando así la existencia de la armonía en la relación de los hombres y Dios, situándose el mismo Jesucristo a la cabeza de la Iglesia, para continuar ésa obra de redención que aún no ha concluido, que se realiza día a día.

¿Cuándo concluirá? Evidentemente, con el fin de la historia. Cuando la comunión con el Padre será plena, y todos los hijos de Dios hayan sido reunidos en uno solo, como dice el Evangelista Juan. Y todo esto, ¿qué tiene que ver con mi día a día? Próximamente lo veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario